jueves, 24 de septiembre de 2009

El coño de su madre o lo que es lo mismo

Por Tomás Barceló
El señor Micheletti, presidente de facto de Honduras, declaró días atrás que en el supuesto caso de que Estados Unidos invada al país, él no daría órdenes a su ejército para defenderse, de esa manera evitaría pérdidas de vidas hondureñas. Qué bien. Loable actitud del señor Micheletti. Ni Ghandi frente a Inglaterra, allá por los tiempos en que el famélico líder hindú, seguido de millones de hindúes tan flacos como él, opuso su resistencia pacífica para expulsar a las tropas coloniales británicas de la India. Es lógico que el rollizo Micheletti piense y actúe así: ¿cómo oponérsele al padre –político- que pudiera venir a regañarlo por portarse mal? ¡Jamás! ¡Nunca! A Estados Unidos se le respeta, carajo.
En estos momentos la policía y el ejército de Honduras, por órdenes del mismo gordito, disparan contra sus hermanos hondureños –matando a unos e hiriendo a otros con balas o a bastonazo limpio- que claman, en multitudinarias manifestaciones, que el depuesto presidente de sombrero alón y mostacho negro, Manuel Zelaya, sea repuesto en el poder.
Pensando en Micheletti -no en Zelaya-, el perro Mendieta, acompañante de Inodoro Pereyra y ambos salidos del genio de Fontanarrosa, exclamaría: ¡Qué lo parió, che!
Más de un hondureño estará gritando algo parecido: ¡La puta madre que lo parió! Con el perdón de la señora. Ya se sabe: el insulto viene por otro lado.