jueves, 12 de febrero de 2009

Retrato de un cóndor triste

En la breve semblanza sobre el cóndor que ahí aparece, debieron agregarse otros datos. Por ejemplo: que es una de las aves que más dominio tiene de las alturas y que su visión es de larguísimo alcance, lo que le permite ver su comida – fundamentalmente animales muertos- desde enorme distancias. Que es fiel a su pareja. Y que es símbolo de culto entre las culturas de los pueblos andinos.
Es de suponer que el zoológico de La Habana, donde fue tomada esta foto, obligado a la síntesis no pudo cumplir tal acto de justicia. Porque de eso se trata: de justicia: decir en toda su extensión y cabalidad lo que es el ave que dentro de la jaula se encuentra prisionera y humillada, para solaz de los hombres y mujeres, y niños, que de tarde en tarde acudimos a estos lugares de encierros como son los zoológicos, en donde encontramos distracción a costa de la libertad de otros seres.
El cóndor es, en esencia, un símbolo de libertad. Otro de los datos ausentes.
En mi sueño recurrente me veo volando. Y es lo mejor que he soñado en mi largo historial de sueños. En cambio, en mis pesadillas recurrentes, la más terrible de todas es aquella en la que de alguna manera siento los límites que me impone el encierro.
En el cartelito debió aparecer el siguiente llamado: “Vea esta jaula: está vacía. ¿Por qué? Porque los cóndores nacieron para volar, que es una de las maneras más auténticas de ser libres”. De haber sido escrito eso, y de haber estado vacía la jaula en directa correspondencia con el enunciado del cartel, entonces éste no terminaría siendo lo que es: una incongruencia detestable.
El cóndor está ahí. Y no parece un cóndor: imagínenlo: es tan sólo un pájaro cabizbajo, con las alas recogidas y mirando hacia el suelo, el único lugar adonde sólo mira desde las alturas del cielo, buscando sus alimentos.
Está ahí.Y la gente, adultos y niños, desde el lado de acá de la jaula lo contemplan con esa mirada didáctica y complaciente que nos acompaña cuando visitamos los zoológicos, y hasta llena de asombro: ¡un cóndor! Cuando es tan sólo un pájaro roto.
Si no aparece su retrato, es para no mostrarlo en la indignidad de su encierro.
12 de febrero de 2009